jueves, 26 de agosto de 2010

El genio empieza...

Apoyando tus codos en la mesa, bebes lentamente el último sorbo de tu trago. Eres una hombre a punto de terminar su vida: mayor o muy viejo (unos 70 años); canoso inevitablemente; nada robusto, quizás un poco rechoncho; escritor de oficio (no por eso uno bueno); seguidor de las mujeres... aunque nunca pudiste mantener una a tu lado; con el dinero suficiente para comer, beber y medio vestir.
Acabas de volver del último día en tu trabajo "aquí las puertas estarán siempre abiertas para usted, señor...", eso te dijeron en esa cena absurda que organizaron para despedirte no sólo del trabajo, también de la vida.
Te quitas el viejo saco gris con el que te has visto el día de tu muerte, quiero decir, en el ataúd; porque te has visto dentro de una caja también gris y después de verlo una y otra vez, le has perdido un poco el miedo a ese "qué pasará despues de...", a ti eso ya no te acongoja.
Vas a la cama, es hora de dormir.

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